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EL SER INEMITA…

Yazmin Andrea Gutiérrez Baquero
Sección 11-12 Académicas

Sería el año 2001 cuando el INEM LUIS LOPEZ DE MESA me abrió las puertas por primera vez, pero no solo a mí, también a muchos de los hoy presentes. Allí donde aprendí a leer, escribir y a llenarme de aprendizajes, consideraría que fue el primer claustro de enseñanza donde tuve contacto con un docente… o en términos escolares, un profe y compañeros…

La Sede Catatumbo, aquel lugar que empezó a poner los primeros ladrillos del conocimiento de un edificio   que hoy 2012  se ha terminado para  empezar a construir otro, el de la educación superior. Emprendí el mágico mundo del saber lleno de experiencias como pararme frente a un público a leer un cuento, a bailar el consabido “mapalé” la “cumbia” y demás danzas típicas de presentaciones de escuela, conocer   la biología, las letras de Rafael Pombo , las ciencias naturales y por qué no,  a odiar las matemáticas desde el primer momento, a cargar con la lonchera, con la frutica 

picada que empacaba mi madre, la papayita y el banano que a la hora del descanso estaban incomibles, pero mejor me los como porque de pronto mi mamá me regaña, y cómo no acordarme de la felicidad de ir a la papelería a comprar la lista de útiles y emocionarse por los cuadernos nuevos, con olorcitos y calcomanías para llegar al día siguiente a mostrarle a los compañeros; cargamos  todos alguna vez la maleta de “paracaidista” llena de todas estas cosas compradas… pero muy feliz. Cantar todos los días al llegar al salón  “buenos días amiguitos ¿cómo están?,¡ muy bien!!,¡ este es un saludo de amistad! ,¡qué bien! Haremos lo posible por hacernos más amigos buenos días amiguitos ¿cómo están? ¡muy bien!!”, y  cantarlo a todo pulmón. Qué significante era la izada de bandera, que la profe nos pusiera ese retacito tricolor en la camisa por haber sido buenos estudiantes y que nos aplaudieran.

Así transcurrieron cuatro  años, experiencia tras experiencia,  hasta llegar a grado tercero cuando mi madre decide retirarme del INEM porque empezaba la jornada de la tarde. Hice cuarto grado en la  Escuela Normal, que conecta con el INEM en los campos deportivos, incontables veces me paraba allí ,tras la reja divisora y pensaba “qué colegio tan grande y tan bonito”, pero para ser sincera nunca imaginé que volvería. Hice quinto grado en otras dos escuelas fuera de Villavicencio, así que  el cambio de colegios evitó que yo sintiera la estabilidad y el aprecio por alguno de ellos y de su gente, no me sentía bien. Terminando 2006 regresé a Villavo y mi futuro del bachillerato era incierto.

Un familiar logró inscribirme de nuevo en el INEM  Luis López de Mesa y allí empecé la vida del bachiller, aquella de la que muchos nos hablaban en primaria y la describían como el terror del colegio, por el cambio y la dificultad de las nuevas materias. Estudiante que llegue a grado sexto y diga que nunca se perdió en el INEM el primer día es porque nunca estuvo allí, todos los “primíparos” perdidos,  buscando su salón que el A11 no se qué, que en el bloque tal, que pregunte donde fulanito, ¿dónde queda eso de Unidad Docente,  ¿quién es Nohorita o Gloria? ¿Cuál departamento? Pero si yo siempre supe que sólo había una sala de profesores donde se reunían. Y así  todos, sí, así empezó el sexto pero como todo se trata de aprender, con el pasar de los días nos fuimos ubicando. Fueron cosas totalmente nuevas para mí, y para muchos  empezando desde las instalaciones, en esa cafetería tan grande donde los grandulones de once nos empujaban, y era tan difícil descambiar el billete de mil por la ficha para comprar la empanada,  conocer el gimnasio y que el profe nos viera cara de gimnasta de Natalia Sánchez o quién sabe quién, para lograr el ejercicio que él quería pero después de muchos intentos lo lográbamos, o los súper atletas corriendo en esa interminable pista  de la cancha de fútbol en la “prueba de resistencia”, ¡qué resistencia ni que nada!, yo mejor me escondo detrás de ese árbol que ahí no me ve cuando pare a descansar.

Fue un año tras otro donde aprenderíamos lo que fue la primera pelea con una compañera, a descubrir sentimientos como envidias, tristezas, soledades, y frustraciones por la evaluación perdida, “que miedo mi mamá me va a matar donde pierda la materia”, hasta el día de hoy ese tan temido “día internacional de la correa”  donde nos entregan boletines y nuestros papás dicen “en la casa hablamos”. Jamás olvidaremos cuando estamos en noveno y tenemos que escoger la modalidad ¡qué nostálgico hombre!, bien por los compañeros que continúan con nosotros, pero triste por aquellos de quienes nos tenemos que separar, este año es como un pre once donde hacemos los paseos de despedida, nos decimos palabras bonitas, revivimos recuerdos, nos prometemos no perder el contacto y muchas más , el objetivo del recuerdo no siempre funciona se olvida porque llegamos a décimo y hemos creado nuevos vínculos, pero extrañamos a quien fue nuestro mejor amigo,  nuestra llavería o compinche y deseamos estar en su modalidad o que esa persona esté en la nuestra.

INEM donde muchos conocimos aquello de las primeras veces  como el  primer beso del primer amor, de capar clase, a decir las mentiras piadosas, pero también a sonreír, a llamar a los mejores amigos “Parce” y trabajar juntos para lograr algo, una exposición, una presentación, un proyecto, a conseguir la eficiencia como todo Inemita que se respete. Esa sensación que el INEM le da a uno de cómo si estuviese en la U con su gama de modalidades, donde nos creemos, no, donde somos artistas, cantantes, comerciantes, contadores, científicos, electrónicos, abogados y politos y mucho más…. Podremos olvidar muchas cosas pero nunca los regaños y tirones de orejas de nuestros maestros que siempre querrán lo mejor para nosotros, si señores, tendremos tarde o temprano que reconocer la labor docente, aquella persona que se prepara para trasmitir sus saberes a nosotros, pero que  no todos saben apreciar y agradecer, siempre lo diré: la docencia es la profesión más mal pagada  y llevada del bulto como se dice, y ¿qué espera un profesor? Que se le dé un simple gracias por lo que significa enseñar y ser nuestros segundos padres, o tal vez los primeros para muchos, el que nos enseñó otras pasiones como el amor a la lectura, el que nos enseñaba algo y no le comprendíamos y volvíamos a él para que con su paciencia no explicara de nuevo, el que fue buen amigo, el que nos enseñó a ser disciplinados a punta de regaños, el mamagallista, el psicólogo, el de los consejos,  el gruñón, el amor y paz y si señor, uno que otro alcahueta.

Llegando a once empiezan las incertidumbres, “¿qué voy a hacer con mi vida cuando me vaya de este colegio?”  Yo creo que pensar en irse de casa, no dolerá tanto como en  irse del INEM, pero la vida es un cambio constante, tenemos que culminar una etapa para empezar otra, y seguir creciendo como persona, y así el día de mañana que por lo general es al año siguiente, volver a nuestro INEM, visitarlo a él y a nuestros profes y tal vez ahí  sí,  en este momento si no lo hicimos antes,  agradecerle por lo que somos como personas, porque estamos logrando nuestros sueños de los cuales ellos hacen parte. Espero volver y ver esta institución que me vio y nos vio crecer. Para aquellos que hicieron parte de él uno o dos años, pocos meses o llevan toda su vida allí recuerden que siempre serán inemitas y no deberán perder su inemtidad.

El cambio de ánimo cuando uno llega al cole, desde entrar por la puerta saludar al madrugador más respetado que he conocido, el celador y decirle buenos días, hacer el reguero en el salón o laboratorio y buscar incansablemente  por todo el colegio a la señora del aseo y decirle con voz de súplica,  por favor présteme un trapero ya se lo regreso y ella con su ironía nos dice me lo devuelve lavado. 

También INEM nuestro hogar, no diremos nuestro segundo hogar, porque para nadie es un secreto que pasamos más tiempo allí que en nuestras propias casas, llegamos al punto de desayunar, almorzar, cepillarnos los dientes  ver los partidos de fútbol y ser más felices allí que con su propia familia …





Muchos otros recuerdos quedaron fuera de las letras de mi texto pero sólo me basta con recordar, lo feliz que fui y soy en el INEM, y pensar que en contados días me tengo que ir, empodera mi sensibilidad y alimenta  mi nostalgia, sólo esperaré por ese esperado día de la toga el birrete y el cartón  para derramar una lágrima de felicidad por lo que viví en el INEM. Simplemente ya es parte de mí y nunca dejará de serlo, no siendo más y corta de palabras Gracias INEM LUIS LÓPEZ DE MESA y a todos lo que hicieron parte de mi paso por allí, un grato recuerdo.

Con mucho amor una inemita de corazón, Yazmin Andrea Gutiérrez Baquero.

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